Reacción del sistema cardiovascular

La CTS no causa una tensión excesiva en la circulación de la sangre, por lo que se puede aplicar a clientes con cardiopatía isquémica en la etapa inicial. Al observar este tipo de clientes después de entrar en las criocámaras se constata que no se ha provocado ninguna isquemia miocárdica ni disturbios en la frecuencia cardíaca. Los clientes con la presión arterial normal mostraron un aumento de no más de 10 puntos, aunque en el caso de la hipertensión el aumento también puede ser mayor.

La constricción de los capilares y arteriolas pequeñas de la piel es la primera reacción de defensa del cuerpo ante las bajas temperaturas, reduciendo así el flujo de sangre y para preservar el calor, esto explica las propiedades hemostáticas de la CTS.

Las anastomosis arteriovenosas intervienen en la termorregulación. Sabemos que generalmente la sangre pasa de arterias a capilares y de éstos a venas. En una anastomosis arteriovenosa se saltea al capilar, pasando la sangre de arteria directamente a vena.

Si la anastomosis se cierra, la sangre fluye por los capilares aumentando así la pérdida de calor y si se abre ocurre lo opuesto se reduce el flujo, conservándose el calor del cuerpo.

Son muy abundantes sobre todo en la piel, en la punta de los dedos, en la nariz, en los labios y en el tejido eréctil del pene y del clítoris. Poseen una gran actividad vasomotora y reaccionan a estímulos térmicos, mecánicos y químicos.

La segunda reacción de defensa es la expansión del lumen de los vasos sanguíneos, que dura de 1 a 3 horas dependiendo de la dosis de enfriamiento y también proporciona la acumulación de calor intenso.

La intensidad de la exposición al frio extremo sin duda tiene un efecto sobre el grado de enrojecimiento de la piel (hiperemia reactiva) sin embargo, no se ha registrado ninguna dependencia lineal.

Al mismo tiempo, la división de la respuesta vascular a la primera y segunda reacción es bastante relativa. La situación real se caracteriza por oscilaciones rítmicas de contracción y expansión de los vasos de la piel, que de este modo evita el daño isquémico de los tejidos.